Primero que nada
revisemos cuál es el comportamiento del consumo de energía eléctrica en América
Latina, donde el promedio de la Región alcanza los 1.641 kW por habitante,
mientras que Venezuela lidera este ámbito con 4.179 kW, por encima de gigantes
económicos e industriales como Brasil (2317 kW), México (1999 kW) o el vecino
Colombia (1124 kW). De allí se deducen
las primeras conclusiones adjudicando un elevado consumo de energía eléctrica
provocado por una democratización de bienes y servicios que ahora son
disfrutados por la mayoría de los venezolanos, pero que sin duda han generado
una contradicción en el uso consciente del mismo.
Lo cierto es que en el
recorrido histórico para el año 2002 aún la demanda nacional era de 10.176 MW,
y hoy en día cifras oficiales de CORPOELEC afirman que alcanzamos los 16.000
MW, aunque la ola de calor experimentada en días recientes ha disparado tal
valor a los 18.000 MW en todo el país.
No es cualquier cosa lo que hemos experimentado cuando en apenas un poco
más de una década se ha disparado la demanda de energía eléctrica en un ochenta
por ciento, que por cierto no ha alcanzado otro país de la Región en tan breve
período.
Podemos en consecuencia
establecer una relación entre el incremento poblacional versus el consumo; es
decir que mientras el crecimiento demográfico desde el 2002 al 2015 ha sufrido
una variación del veinte por ciento el consumo promedio de energía se ha
elevado en 80%. Esa relación bajo este
ritmo es insostenible, y ya la crisis del año 2010 así lo demostró cuando hubo
necesidad de realizar un racionamiento para evitar un colapso del Sistema
Eléctrico Nacional, esto a pesar de importantes campañas nacionales como la
disminución del consumo a través de la sustitución de bombillos incandescentes
por ahorradores en los hogares venezolanos.
A pesar de todos estos
números el Estado Venezolano ha realizado cuantiosas inversiones para atender
la demanda nacional, disparada de manera irracional producto de la posibilidad
de acceder a productos que requieren de la energía eléctrica para su
funcionamiento. Esto igualmente ha
elevado la inversión en instalación de Plantas Termoeléctricas mucho más
contaminantes y que contravienen el quinto objetivo histórico del Plan de la
Patria.
El consumo exacerbado
de electricidad, muchas veces sumido en derroche contienen aspectos
fundamentales que contradicen las premisas esbozadas en el socialismo
Bolivariano, también en el sentido del consumismo ilimitado del sistema
capitalista global siempre en pelea con el medio ambiente, por ello cuando
analicemos este contexto no olvidemos que el enemigo principal es el
capitalismo y su lógica de consumo infinito, el mismo que hace mella en
aspectos de la crisis económica actual, cuando se habla de Guerra pero que
realmente representa la cara más visible del Gran Capital.
“Se deshielan los
polos, se recalientan los mares, se inundan continentes, se destruyen bosques,
selvas, se secan ríos y lagos; el desarrollismo destructivo del modelo
capitalista está acabando con la vida en el planeta (…) No hay más allá del
siglo XXI si no cambiamos. La disyuntiva es: socialismo o muerte, pero muerte
de la especie humana. El capitalismo está acabando con la vida en el planeta.
Es ahora o nunca. Mañana pudiera ser demasiado tarde”. Hugo Chávez (2006) VI
Foro Social Mundial.
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