En los actuales momentos de crisis económica mucho
se ha hablado en Venezuela sobre las políticas de atención subsidiara; bien sea
por el mantenimiento de un control de cambio, que mantiene un bajo valor para
los elementos esenciales (alimentos y medicinas), o por la política de
compensación en: servicios públicos, vivienda, combustibles y otros bienes de
consumo; en todo caso se asumen tales elementos desde la política de
redistribución de la riqueza – baremo socialdemócrata – pero solo desde la
concepción de los ingresos petroleros.
Lo cierto es que la lógica neoliberal sugiere la necesidad de reducir el
gasto público, y por consiguiente eliminar los subsidios generales para
desarrollar políticas focalizadas a los sectores más vulnerables, abandonando
la lógica distributiva. Veamos ante tal tesis cuáles serían las trampas de la
aplicación progresiva en la eliminación de los subsidios al pueblo Venezolano.
Es necesario
comprender la composición de la estratificación social del país, conociendo que
el 65% de la población corresponde a los Estratos IV y V (los más pobres de
forma relativa), lo cual contrasta con los valores de pobreza por necesidades
básicas insatisfechas de 19,6%. Desde el
2004 la estratificación social de los sectores IV y V ha disminuido 11%,
mientras que la pobreza 10%. Coinciden
las cifras de disminución al aproximarse a 300.000 nuevos hogares que han
logrado el ascenso en la composición estratificada social, y no sólo han salido
de la pobreza de forma relativa sino real. Ahora la pregunta a realizarse ¿por
qué existe una diferencia tan abismal de los valores de estratificación y
pobreza?, la respuesta a esta interrogante nos ubica en el concepto de la
lógica subsidiaria general, que no solo
beneficia a los estratos más bajos, sino que garantiza el mantenimiento de los
superiores, especialmente de la clase media Venezolana.
Los 90 intentaron acabar con los conceptos
neo-populistas cuarto-republicanos, muy propio del clientelismo adeco-copeyano,
por el contrario los IESA-Boys sugirieron un paquete neoliberal que minimizaba
la lógica subsidiaria, con resultados escalofriantes al acelerar las cifras de
pobreza real en menos de una década.
Siendo la mayoría de la población del país pobre, las políticas públicas
focalizadas hacia los más necesitados demostraron su ineficiencia. ¿Por qué
ocurre esto?, la respuesta radica en no haber solucionado los asuntos
estructurales de la desigualdad en los términos al menos conservadores de
distribución de la riqueza, en una suerte de sálvese quien pueda y como pueda.
La diferencia fundamental entre las políticas
neo-populistas de la Cuarta – República y lo realizado en la Revolución
Bolivariana, especialmente por la visión extraordinaria de Chávez se fundamenta
en la necesidad de democratizar el acceso a los bienes y servicios que solamente
eran disfrutados por un pequeño grupo.
El problema con esto, es que desarrolló una lógica de consumo que no
pudo ser captada por una nueva racionalidad social que permitiera avanzar en la
inversión cultural, educativa o productiva más allá de la obtención del
producto final, o mediante la importancia de avanzar en el desarrollo de las
capacidades científico-tecnológicas que permitieran la generación de nuevas
tecnologías en el país.
La democratización en el acceso a los bienes y
servicios, no es sostenible en el tiempo si dependen de la única variable de
redistribución de la riqueza obtenida de la renta petrolera, por lo que
requiere a su vez también la democratización de los medios de producción, con
lo cual se quiere decir que el hecho productivo es una tarea fundamental para
darle continuidad a ese marco referencial, para convertir la riqueza en un
acontecimiento multi – variable.
Se requiere además corregir disparidades que solo
elevan la desigualdad como las compensaciones entre las tasas tributarias,
generadas a partir de los impuestos como el IVA y el Impuesto sobre la Renta (ISLR),
generando en consecuencia políticas fiscales en donde los que más tienen lleven
las cargas de los más necesitados, también promoviendo la eliminación de
subsidios sin sentido como el de la Gasolina que ni siquiera alcanza para
cubrir los costos de producción, así como la congelación de precios que
alientan una espiral inflacionaria especulativa con la excusa de las políticas
de Estado, o las disparidades de los tipos de cambio existentes en las que el Capital
financiero y comercial, principales actores de la guerra económica terminan
siendo siempre los más beneficiados propiciando la fuga de capitales, por
encima de la oportunidad de elevar las capacidades productivas.
El contenido político de los subsidios no puede ser
visto como la focalización de los mismos hacia los más necesitados, sin antes haber
desarrollado nuevas capacidades productivas que disminuyan su dependencia de la
renta petrolera, viejos errores nos conducirían a las mismas circunstancias
históricas, por el contrario una evaluación seria podría aprovechar estos
momentos para afianzar una nueva acción redistributiva de la riqueza que avance
con la participación del pueblo en la irreversibilidad de la Revolución
Bolivariana y retomar el rumbo hacia la construcción del socialismo.
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