Pareciera que el candidato de la derecha venezolana pretende
mimetizar su accionar, emulando al Presidente Chávez y obviar la
crítica que a la modernidad se le ha hecho sobre el progresismo. Lo
vemos supuestamente entregando recursos a consejos comunales y
planteando contradictoriamente la reducción absoluta del desempleo y
mejor calidad de vida para los venezolanos dentro de la economía de
mercado, su discurso de no Estado se resuelve básicamente a la
triste década neoliberal de los años 90 del siglo XX que
parafraseando a Bolívar llenó de hambre y miseria nuestros pueblos.
Lo
cierto es que sus asesores fundamentalmente de la incidencia que tuvo
la Escuela de Chicago en América Latina, pretenden manejar un
discurso absolutamente contradictorio del que ni si quiera los
Chicago Boys
terminan
por convencerse, así lo demuestran las interpretaciones que ha hecho
por ejemplo el IESA sobre la economía y la participación popular,
por cierto reflejadas en el Plan de Gobierno de la MUD.
Capriles parece aquel Padre Católico que condena, juzga y confiesa a
los creyentes, pero que se ve inmiscuido en casos de pedofilia; es
decir el candidato de la oposición no cree en su discurso, lo cual
deja a la vista un vacío ideológico que intenta manipularlo a
través de matrices mediáticas o propuestas absurdas como la ley de
misiones.
Veamos ahora ¿cómo se come eso?. Históricamente la derecha
venezolana desde que la revolución Bolivariana implementó las
Misiones Sociales, solo ha servido a la crítica para indicar que eso
es populismo, que carece de calidad y que no solventa los problemas
reales de la gente, no se termina de entender como ahora las quieren
hacer ley. Pretenden enlodar el carácter revolucionario de las
Misiones argumentando que las mismas deben ser inclusivas, cuando las
mismas justamente han servido para incluir a los olvidados de siempre
desechados por el Sistema Capitalista.
En todo caso reconocen por tanto que las Misiones Sociales son
positivas a tal punto que pretenden plantear una ley. Hay que
reconocer el cinismo implacable de los personajes políticos de la
derecha Venezolana, pretenden disfrazarse de corderos, cuando
realmente el lobo le sale por dentro, y es más peligroso que nunca.
La ley de misiones es la tarjeta mi negra de Rosales, es la propuesta
sin ideología de la demagogia partidista, porque justamente al
carecer de una ideología pierde justamente su sistema de creencias y
su accionar científico, porque además nace justamente en la
contradicción de proponer algo en lo que no se cree, sencillamente
pierde validez, como la pierde su supuesta creencia en los consejos
comunales que pretenden excluirlos de la gestión pública, tal cual
como lo presentan en su plan de gobierno, contraponiendo el proyecto
país plasmado en la Constitución Nacional.
El pueblo ha aprendido a interpretar estas propuestas, tienen por un
lado un proyecto ideológico, formativo con conciencia y por el otro
un vacío conceptual que solo hace que la oposición nacional se
cocine en su propia salsa.
“Mono
aunque se vista de seda, mono se queda”. Refrán Popular
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