Durante la IV República los venezolanos casi sumisos habían perdido la esperanza en sus líderes políticos corruptos e interesados más por la ganancia que les dejaban sus actos administrativos que por el bienestar del Pueblo, es entonces cuando en la década de los 90 veíamos como nuestro país se sumergía en la pobreza y en la miseria.
Para finales de la década pasada Venezuela había pasado de ser un país potencialmente en vías de desarrollo a marginado en la oscuridad que las políticas neoliberales nos conducían y que arrastraban sin remordimiento de conciencia a nuestros ciudadanos.
El endeudamiento con el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial le quitaban a nuestro pueblo lo que le correspondía: la riqueza nacional, habíamos perdido el rumbo de justicia e igualdad social que nos llevaba a una profunda crisis social y económica, en una situación que nos llevé de colonia española por los años del siglo XV a colonia del imperio norteamericano del siglo XX.
El discurso político dominante prioritariamente por la clase derecha venezolana apuntaba hacia la existencia de un país pobre, cuyos caminos para salir de esta situación parecía internarnos más aún en nuestros propios problemas.
La población empobrecida no tenía a donde acudir, y la falta de asistencia social se transformaban en violencia, hambre, desempleo y falta de educación, que a mi juicio pasaba más por una crisis estructural y política que económica.
Los voceros de la oposición venezolana siguen aún planteando ese camino, pues en el caso hipotético que tomaran el poder plantearían la idea de un país quebrado para justificar un endeudamiento de nuevo con el FMI y el BM del cual Venezuela con la comandancia del Presidente Chávez ya canceló.
Chávez llega al poder y comienza un camino de ilusión, de esperanza, de alternativa al neoliberalismo principalmente ha saldado considerablemente la deuda social que 40 años de adeco-copeyanismo dejaron a nuestra población, y con ello la creencia en la política de justicia e igualdad social retoman la mente de nuestros habitantes.
No se puede plantear que todo el camino ha sido perfecto y asertivo, pero lo que no podemos negar de la revolución es la capacidad de inventar permanentemente, corregir responsablemente y avanzar en una dirección que abra el camino del progreso nacional, eso sí donde lo social priorice los aspectos más importantes de nuestras vidas.
El presidente Chávez depositó de nuevo la fe en el ser humano visualizándolo no como malsano, sino que por el contrario capaz de retomar el camino de la justicia y la igualdad social.








“Cuando lo extraordinario se convierte en cotidiano estamos en presencia de una revolución”. Ernesto el Ché Guevara.
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